Esta publicación fue producida con el apoyo técnico y financiero de la Unión Europea, el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMU) de la República Federal de Alemania en el marco de la Iniciativa Internacional para el Clima (IKI). Su contenido es responsabilidad exclusiva de CATIE y no refleja necesariamente los puntos de vista de la Unión Europea o el Gobierno Federal Alemán.
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El presente manual sobre restauración del paisaje surge a partir de una solicitud del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) de Costa Rica, la conservación en todos sus enfoques y manifestaciones es una aspiración que debe promoverse en cada metro cuadrado del país y esto no se puede lograr sin una participación amplia y creciente de los más diversos actores de la sociedad, siendo la restauración de paisajes, uno de estos enfoques.
Está claro, que conforme a como lo promueve la Convención de Diversidad Biológica, la conservación es algo que debería desarrollarse en todo el territorio, de forma armónica con las actividades productivas y con toda faceta de la vida humana, como la educación o la recreación.
Existen sitios, ecosistemas e incluso especies, cuya condición no es óptima, están dañados o degradados, y por ende requieren de intervenciones que van más allá de los esfuerzos de conservación, con el fin de mejorar su condición, recuperar o restaurar algunas de sus características.
Los humanos percibimos la degradación de nuestro entorno de muchas formas relacionadas a nuestros intereses o labores, por ejemplo las que anotamos aquí en el recuadro en fondo azul.
Un aspecto relevante es que no es posible lograr nuestros objetivos de restauración sin tejer acuerdos sociales, políticos y económicos, y sin que las personas que tienen entre sus metas la conservación y la restauración se constituyan en líderes, formadores y facilitadores de esos procesos sociales.
Esperamos que este manual conduzca a visualizar, orientar y facilitar la integralidad de los procesos de gobernanza, construcción de consensos y acuerdos que se requieren para la restauración de funciones ecológicas en los territorios. Aspiramos a que al final de repasar este manual, se entienda que la restauración con enfoque de paisajes pasa no solo por la comprensión de las diversas técnicas de intervención biofísica que pueden aplicarse, sino por la construcción de las condiciones políticas, sociales y económicas que la hagan viable y sostenible en el tiempo.
Por supuesto entender, que, si estamos inmersos en este mundo y tenemos una responsabilidad de formación de actores claves en torno a la restauración, será necesario, aprender nuevas técnicas de enseñanza-aprendizaje, desarrollar una serie de habilidades personales fundamentales y mantenernos en una continua autoevaluación de nuestras propias capacidades y limitaciones.
Existe un dicho popular que dice: “líder no es quien quiere, sino quien puede”, si aplicásemos este dicho a la formación podría decirse “un formador no es quien quiere, sino quien puede”, aunque la discusión está abierta, sobre si el líder nace o se hace, en el caso de la formación, existe la oportunidad de mejorar y buscar la excelencia a través de diferentes elementos, que no necesariamente tienen que ver con el conocimiento duro sobre un tema, sino con capacidades como la comunicación, las formas de construir nuevo conocimiento en lugar de transmitirlo y el hacerlo a través de métodos y herramientas que permitan alcanzar objetivos de impacto.
Anécdotas se podrían contar muchas, recuerdan en su proceso de aprendizaje a profesores que sabían mucho de su tema pero que explicaban muy mal, o clases súper aburridas donde los más osados se dormían o se escapaban, o haber asistido a una capacitación donde su recuerdo después de un día o de varios, haya sido que la comida estuvo rica y fue maravilloso ver a tal o cual persona.
Ahora bien, les invito a hacer esta pequeña reflexión sobre los procesos de aprendizaje tanto formal como informal que han tenido a lo largo de su vida:
Cuando estudiábamos es posible que no pensamos que tendríamos la función de capacitar o formar a otros, y mientras para algunos puede ser una tarea motivadora, retadora y una oportunidad para mejorar conocimientos y habilidades, para otros puede ser una completa tragedia, sea porque no se sienten a gusto frente a un público, por timidez, pánico escénico o no es lo suyo. No obstante, en los roles de trabajo que se nos han asignado, no queda de otra y hay que hacerlo, sin duda hacerlo de la mejor manera posible.
Convertirse en un buen formador y en un formador de formadores es una tarea que requiere preparación, nunca se debe subestimar al auditorio, la preparación incluye no solo la temática que se va a impartir, lo cierto es que a veces no somos capaces de transmitirlo y convertir la experiencia en un verdadero proceso de enseñanza-aprendizaje. Se requieren de muchas habilidades, que, con un autoconocimiento de nosotros mismos, potenciando nuestras fortalezas y trabajando nuestras debilidades podemos transformarnos de manera consiente en el mejor formador posible.